La borreliosis canina, o enfermedad de Lyme, es producida por una bacteria que se transmite a través de las garrapatas del género Ixodes. Si es tratada precozmente es fácil de combatir, pero, en caso contrario, pueden presentarse complicaciones para la mascota.

¿Qué es la borreliosis canina?

La enfermedad fue descrita por primera vez en 1976 en el pueblo de Lyme, en el estado de Connecticut (Estados Unidos). Posteriormente, en 1985 fue identificada también en los perros. No sería hasta 1992 cuando se diagnosticó en España por primera vez.

Distribución mundial

Los diferentes géneros de garrapata ixodes se distribuyen en varias partes del mundo. En los Estados Unidos se presenta en las costas este y oeste. También se observa en las zonas templadas de Asia y en Japón. En Europa, la garrapata transmisora es la Ixodex ricinus.

Como hemos visto, esta garrapata es la responsable de transmitir esta zoonosis a los animales silvestres, humanos y perros. El reservorio natural de la bacteria son los roedores y los ciervos silvestres.

¿Cómo se contagia la enfermedad?

La bacteria Borrelia burgdorferi causa esta enfermedad y pertenece al género de las espiroquetas. Otras bacterias del mismo género son la Borrelia mayonii, la Borrelia garinii y la Borrelia afzelii. El contagio se produce cuando la garrapata ha picado a ratones o venados en los campos. Cuando pasa a un perro le transmite la bacteria, lo que sucede especialmente en los meses más cálidos.

Si bien la patogenia de la borreliosis canina no está totalmente comprendida, los signos se deben a dos factores. Uno de ellos es la persistencia de la bacteria en el organismo del perro. La otra es que se desencadenan mecanismos que cuentan con la mediación del sistema inmune. Esto sucede principalmente en las formas crónicas.

Debes saber que los perros presentan serología positiva para esta enfermedad en un alto porcentaje. Esto demuestra que ha estado en contacto con la bacteria pero que no se han enfermado. En estos casos, el sistema inmune ha podido eliminarla, pero otras veces el animal se enferma.

enfermedad de Lyme

¿Cómo afecta al perro?

La bacteria comienza a reproducirse dos días después de picar a la mascota. Se crea una lesión local redondeada y enrojecida con el centro blanco. Desde allí, la bacteria se dispersa hacia los ganglios regionales y luego a la sangre. En consecuencia, la borreliosis en perros evoluciona primero hacia una fase localizada, luego a una fase diseminada temprana y, finalmente, a una diseminada tardía.

Síntomas de la borreliosis canina

Los signos de la enfermedad de Lyme se presentan progresivamente días o semanas después de la picadura. En primer lugar, aparecen síntomas generales: fiebre con escalofríos, inapetencia, cansancio o falta de energía y desánimo.

Posteriormente aparecen inflamación y deformación de las articulaciones. Esto puede generar cojera y una marcha rígida con el lomo arqueado. La cojera puede presentarse en una pata y luego migrar a otra y ser recurrente. Otros síntomas pueden ser dolor al tacto por inflamación muscular generalizada, dificultad para respirar y ganglios inflamados.

Complicaciones

En la fase crónica existen lesiones a varios órganos y sistemas. Por este motivo puede presentarse carditis o inflamación del músculo cardíaco. Puedes percibir esta enfermedad pues se presenta con un ritmo cardíaco irregular.

También aparecen problemas renales como glomerulonefritis, lo que puede llevar a insuficiencia renal potencialmente mortal. Esta se manifiesta con vómitos y diarrea, aumento del volumen de orina y sed. También puede aparecer retención de líquidos en las patas y bajo la piel. Como ves, la enfermedad de Lyme puede ser mortal, sobretodo si no se diagnostica a tiempo.

Tratamiento de la enfermedad de Lyme en perros

Los profesionales veterinarios podrán diagnosticar la borreliosis canina realizando un examen físico, así como análisis de sangre y orina. El ultrasonido y la serología están indicados también. Es importante que el propietario de la mascota describa previamente los síntomas que haya detectado.

El tratamiento más inmediato es la eliminación de cualquier garrapata adherida a la piel. Por lo tanto, debes tirar de ella con suavidad y firmeza antes de que la bacteria pase a los tejidos. Para ello, es conveniente revisar al animal y retirarle las que pueda tener después de pasear por arbustos y pastizales.

Es importante que la garrapata no permanezca más de un día adherida a la piel. También es posible usar un producto repelente para estos artrópodos. Puede ser en polvo, en pipetas o colocándole un collar.

En caso de que se diagnostique la enfermedad en fases tempranas, el tratamiento de elección es administrar antibióticos. Los que se usan más frecuentemente son doxiciclina, amoxicilina o cefalosporinas. La duración del tratamiento es de un mes. En ocasiones pueden presentarse recaídas que requieran un segundo ciclo.

Para la inflamación y el dolor se utilizan antiinflamatorios no esteroideos como el naproxeno. Los esteroides no se recomiendan pues hay riesgo de que causen la diseminación de la bacteria.

La borreliosis canina es una enfermedad potencialmente grave que puede evitarse con métodos preventivos.